viernes, 15 de mayo de 2015

Hablamos de gestión clínica (I), ¿te animas?

La gestión clínica es uno de esos “nuevos modelos de gestión” centrado en la microgestión que es, al fin y al cabo, la que distribuye del 70% de los recursos y genera el 90% de los gastos variables.

Sin embargo, de la misma manera que seguimos hablando de “nuevos modelos” de gestión, cuando tienen más de 20 años, se ha mantenido y se sigue manteniendo un debate sesgado sobre esto. Y es que se requiere de un cambio de paradigma y por tanto de un cambio de cultura en los profesionales sanitarios que parece que no se ha producido todavía en nuestro país.

A mi esta oposición descarnada contra el concepto de “gestión clínica” me sorprende muchísimo, especialmente entre mis colegas médicos. La profesión médica ha sido siempre una gran defensora de su propia independencia, de su juicio clínico y de la toma de decisiones autónoma. Y sin embargo al hablar de gestión clínica que no deja de ser si nos remitimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la acción o efecto de “Ordenar, disponer, organizar” la práctica clínica con autonomía y profesionalismo, se rasgan las vestiduras.

Es cierto que han llegado muchas informaciones sobre la gestión clínica muy manipuladas y muy sesgadas. Y no es menos cierto que se ha querido muchas veces hacer un uso político desafortunado de esta herramienta de calidad asistencial y eficiencia sanitaria. Pero nuevamente, partidos políticos de todos los matices han propuesto y llevado a cabo con mayor o menor éxito intentos de gestión clínica.

Una de las más feroces críticas es asimilar la gestión clínica a una privatización encubierta, pero en ningún planteamiento sensato de gestión sanitaria se ha propuesto esto, todo lo contrario, lo que se intenta no es traer a alguien de fuera a gestionar un servicio como una mano invisible, lo que se pretende es que alguien conocedor profundo del servicio y por tanto de sus gastos y necesidades, se encargue de gestionar los recursos de forma óptima.

Otra de las críticas que se ha oído bastante, es que se van a distribuir los recursos alegremente entre los profesionales, los famosos incentivos, en detrimento la atención a los pacientes. No os suena la cantinela “claro, y lo que se ahorran en los pacientes lo cobran ellos” 

Esto, que no deja de ser una manipulación para asustar a los usuarios del sistema sanitario me produce mucha tristeza porque aunque como en todas partes podemos encontrarnos con profesionales sanitarios con ética discutible, en general los profesionales sanitarios de todos los rangos son lo mejor de cada casa, con una ética y capacidad de compromiso que está logrando con recortes y con crisis mantener una calidad asistencia envidiable. No acusemos de forma generalizada a unos profesionales que nos dan mucho todos los días. Evidentemente además existen mecanismos de control de gasto para evitar posibles desviaciones de fondos indebidas.

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