martes, 26 de noviembre de 2013


Acoso y derribo de la ley Antitabaco.
Carolina Varela Rodríguez

Asisto impotente a una sucesión de actos de acoso y derribo de la ley antitabaco que tan buenos resultados de salud nos ha generado en España a pesar de ser incompleta. Desde series españolas en televisión, incluyendo las cadenas de televisión pública TVE que debería por definición alinear sus objetivos con el Ministerio de Sanidad Español, donde los personajes principales, especialmente los “buenos” fuman como carreteros, con cualquier excusa incluso haciendo apología del placer que fumar supone, películas de diversas nacionalidades en que los protagonistas vuelven a fumar llevando incluso la defensa a una defensa sin precedentes del consumo de drogas.

Acudo a clases de preparación al parto y oh! Sorpresa, se considera que fumar durante el embarazo sólo causa bajo peso al nacer, como si esto fuese tan poco importante como el color de los ojos del niño.

Y qué decir de las negociaciones con EuroVegas que son confusas en el mejor delos casos y que en cualquier caso no han descartado saltarse la ley a la torera y dejar fumar en los Casinos de este engendro. Lo justifican como un apoyo a la contratación y yo me pregunto por cuanto tiempo esa contratación y más importante que tiene que ver el culo con las témporas. Que monten EuroVegas pero que no dejen fumar que es malo para la salud de la gente que acude y de los trabajadores obligados a ser fumadores pasivos durante toda su jornada laboral. Es indignante y sin embargo no salimos a defender la cordura y la lógica. Como preventivista estoy indignada, como madre preocupada, como médico enfadada y como científico perpleja de esta manipulación burda de las realidades de salud de una población.

¿De verdad hay necesidad de volver a citar todos los problemas que el tabaco de primera o segunda mano genera?, ¿de verdad hay que volver a poner sobre el tapete los efectos sobre el embarazo? ¿De verdad somos tan necios como animales racionales?

lunes, 11 de febrero de 2013

La masacre de Newtown una aproximación desde la salud pública: La gestión de la salud mental de la población.

Carolina Varela Rodríguez
 
Como decíamos en el blog anterior, desde mi punto de vista, la masacre de Newtown cumple criterios de problema de salud pública y en este post quiero reflexionar un poco sobre la gestión social de la salud mental de la población.
A nosotros como especialistas que somos, nos importa mucho la influencia del modelo de servicio o sistema de salud en el control y tratamiento crónico de los enfermos psiquiátricos y este trágico evento da para reflexionar mucho. Leyendo dos textos muy interesante me he pasado mucho tiempo pensando al respecto. El primero “Dale un bolígrafo a un tonto” me parece digno de consideración ya que el autor expone la necesidad de informarse bien antes de publicar información sobre la salud mental de los asesinos, que por otra parte debe ser información confidencial, y no rumores provenientes de fuentes tan “fiables” como los vecinos, los hermanos o los amigos del agresor. Porque al asociar el nombre de una enfermedad como el autismo a una agresión como la de Newtown se produce un daño irreparable a todos los enfermos de autismo, un daño que supone la estigmatización constante de esta condición y el aislamiento social de los enfermos y sus familiares.
Si nos remitimos a las estadísticas, la mayoría de los agresores, violadores, pederastas y asesinos no tienen un problema de autismo y la inmensa mayoría de los enfermos autistas no han cometido nunca un delito, pero nos sentimos reconfortados al pensar que el que hace eso es un “monstruo” distinto de nosotros, las personas “normales”. Por eso saltamos a la caza de la patología psiquiátrica, autismo, esquizofrenia... cualquiera nos vale como excusa. Pero entra dentro de la lógica y de la justicia reflexiva pensar que es factible que la enfermedad en sí no sea causa de la agresión sino un elemento meramente circunstancial junto a la situación social, familiar y económica en que el paciente se encuentra. Pero cuando alguien tiene una enfermedad mental automáticamente asumimos que los comportamientos aberrantes son producto de esta enfermedad. Por eso es tan dañino publicar diagnósticos médicos asociados a estos eventos, porque no hay manera de demostrar que esa enfermedad sea la causa o no y sin embargo sesgamos a los receptores de nuestra información. Y en este foro de trabajadores de la salud, es fundamental no olvidar la confidencialidad y el respeto debido al paciente individual y a los enfermos de forma comunitaria.
Me parece muy interesante leer este texto indignado porque, no dudemos que en nuestra práctica diaría nos vamos a encontrar en situaciones en que podamos cometer una violación de esta confidencialidad o de este respeto que aunque pueden ser un delito no es lo importante aquí. Lo importante aquí es darnos cuenta como todos los actos tienen consecuencias y que estas pueden ser malas y tenemos que meditar sobre ellas antes de hablar. Aunque nuestra naturaleza sea impulsiva, a la hora de emitir un juicio o etiquetar el comportamiento de una persona sana o enferma debemos ser profesionales reflexivos y medir mucho nuestras palabras porque además de todo el daño que cualquier rumor puede producir, nuestra particularidad como facultativo legitima nuestro juicio y puede sesgar la opinión de la sociedad respecto a una enfermedad estigmatizándola.
El otro texto, “I'm Adam Lanza's mother”, está escrito por la madre de un niño con un problema de la esfera del autismo con episodios violentos. Os confieso que me pareció muy duro de leer (a ninguna madre le gusta ver lo que su hijo o hija tiene de malo o incluso de peligroso, y ella lo hace honesta y claramente) y muy matizable (ya que parte de la hipótesis de que el agresor de Newtown hizo lo que hizo como consecuencia de un arranque violento por su supuesto problema de autismo, cosa que está por demostrar si es que se llega a demostrar, como veníamos hablando antes) pero la reflexión de esta madre es nuy interesante.
Pues bien esta madre estadounidense, se siente totalmente desvalida frente a un sistema de salud que no la protege ni a ella, ni a su hijo, ni a sus ciudadanos y que la única alternativa que le ofrece es denunciar a su hijo para que lo metan en la carcel, con lo que esto conlleva. Desvalida incluso habiendo ella hecho un giro copernicano con su vida, dejando su profesión para trabajar en una empresa y de esta manera tener “beneficios” en la forma de un seguro de enfermedad. Y todo esto porque el seguro médico que tiene que contratar es impagable. Ya que por lógica, los seguros privados tienen que rentabilizar a sus clientes y tienen derecho de admisión, así si eres un enfermo que vas a suponer muchos ingresos hospitalarios, tratamientos e intervenciones costosos, simplemente no les interesas como cliente y te excluyen. Y este es el caso de las enfermedades crónicas y entre ellas los problemas como el autismo.
Y la autora del texto nos plantea que ya no estamos hablando de una enfermedad que al fin y al cabo va a afectar al enfermo y a su familia, más o menos cara o más o menos dolorosa, sino de enfermedades del comportamiento social que pueden afectar a la sociedad entera o por lo menos a una parte del entorno cercano del paciente, como pueda ser su escuela, el supermercado o su vecindario. Ante esto, ¿no tiene la sociedad, aunque sea desde una perspectiva de defensa propia, que hacerse cargo de estos enfermos y sus tratamientos? Es más en vista de los resultados en salud de otros sistemas de salud, ¿no es evidente que en EEUU tienen un problema de gestión de la salud mental?

La masacre de Newtown una aproximación desde la salud pública: El control de “sustancias” tóxicas y peligrosas, como son las armas de fuego.

Carolina Varela Rodríguez

Desde la perspectiva de salud pública un problema tiene que ser colectivo y generalmente repetitivo para considerarse como un problema de salud pública. Criterios que cumple sobradamente la violencia y en concreto en los EEUU la violencia con armas de fuego. Con la particularidad de que afecta una gran parte de las veces a una parte muy vulnerable de la población como son los niños. Este es el caso de la tragedia de Newtown de la que escribo desde el horror que como madre me ha producido. Pero quiero afrontarlo, como digo desde la medicina preventiva y la salud pública. Además de que el país no me es ajeno ya que fui residente extranjera en él durante cuatro años.
Habla mucha gente muy experta y mejor informada que yo de estos temas por todas partes, pero creo que merece la pena parase y hacer algunas reflexiones como alumnos del máster de salud pública que somos. Desde mi punto de vista, la muerte de 20 niños en período de tiempo muy corto, un día, es un incremento inaceptable de la mortalidad infantil, si además se produce de manera períodica y con similares circunstancias concomitantes inevitablemente está condicionada o determinada por las medidas o falta de medidas de salud pública de ese país.
En el debate que inevitablemente este tipo de noticias suscitan son constantes dos o tres y hoy quiero centrarme básicamente en dos porque afectan a la prevención y a la salud pública, el control de sustancias tóxicas y peligrosas como son las armas y la gestión de la salud mental de los ciudadanos de un país. Y para no hacer el post muy largo voy a escribir dos.
Desde luego el control de armas me parece inevitable e improrrogable aun en contra, parece ser, del 75% de los estadounidenses. Me ha parecido muy curioso desde mi experiencia que se ha llegado a proponer en algunos estados que la solución a este tipo de problemas es que los propios profesores lleven armas. ¡Qué perversión torticera de la realidad!
Llevando el razonamiento al extremo y teniendo en cuenta que no todos los tiroteos se producen en centros educativos aunque sí muchos, generamos una sociedad donde, remedando el “salvaje oeste”, todo el mundo debe llevar armas para protegerse en un ambiente peligroso y hostil porque todo el mundo lleva armas.
Además y volviendo al caso de los profesores, me pregunto simplemente quién firmará los certificados de salud mental de estos profesores jóvenes, mal pagados, mal considerados y estresados por el exceso de trabajo y el fracaso escolar astrónomico de sus alumnos, y les pondrá un arma en la mano pensando que nunca van a perder la cabeza y apretar el gatillo contra sus compañeros, director del colegio que recorta fondos, los padres de alumnos arrogantes y agresivos o incluso contra algún alumno que no siempre son agradables. Yo desde luego no me sentiría cómoda firmando eso, porque todos podemos caer en la locura o en un ataque de ira que nos nuble el entendimiento. ¿Además han olvidado que la madre del agresor era profesora de la escuela y amante de las armas?
Pero sobre todo y más importante, ¿qué mensaje trasmitimos a los alumnos llevando las armas a clase? Que la violencia es la solución para nuestros problemas y que el mundo es un lugar absolutamente hostil y peligroso. Que la armonía y la coexistencia se logra mediante la coherción del más fuerte o el que mejor dispare o el que más puntería tenga. Además no permiten tomar alcohol a los menores de 21 años pero ¿a qué edad se permite tener licencia de armas?
Y puestos a elucubrar en situaciones de estrés, quien es capaz de afirmar que el hecho de que un profesor lleve armas le dota de la capacidad de disparar, acertar para matar o incapacitar a su oponente y evitar una masacre, ¿no podría por otro lado herir levemente a su oponente que le mate y se parapete y mate a más niños y compañeros aun más iracundo? ¿No podría pasar que una persona enfadada entre haciendo aspavientos y se confunda con un agresor armado y se le dispare delante de un montón de niños? Y una última reflexión personal, yo no sé vosotros, pero no me veo capaz de matar a otra persona, creo que me bloquearía y moriría, eso sí, empuñando un arma.
Y quiero no dejar esto sin levantar el sombrero y rendir homenaje a los profesores de Newtown que salvaron a sus alumnos o por lo menos lo intentaron llegando incluso a dar sus vidas. Eso es valentía, eso es lucha contra la violencia, eso es integridad, eso es amor... me parecen admirables las familias de las víctimasn y a ellos les dedico y les he dedicado mi pena y mi silencio al pensar en esto.